martes, 17 de marzo de 2015

The Waterfall


James Dickson Innes
The Waterfall 1910
Watercolour and gauche on paper
28.6 x 39.4 cm
Tate Modern. London



miércoles, 11 de marzo de 2015

Garry Winogrand, el fotógrafo de las calles americanas


El neoyorquino Garry Winogrand (1928-1984) es uno de los fotógrafos más importantes e influyentes del s. XX, a la altura de Walker Evans o Robert Frank

Retrata la cotidianeidad de la vida americana donde también queda retratado como los conflictos del país se reflejan en la sociedad, una huella sutil en ocasiones evidente en otras, que queda captado por su cámara. Las expresiones de la sociedad americana ante el enfrentamiento constante con la URSS. las guerras de Corea y Vietnam y la crisis de los misiles en Cuba conforman buena parte del desarrollo de la obra de Winogrand. Su mirada va a una sociedad con personas entusiasmandas, o perdidas, alegres, ausentes o mimetizadas con el ritmo de su entorno, ya sea NY o sea Dallas. No debemos olvidar que su vida y obra transcurre en décadas en las que Estados Unidos atraviesa el fin de la Segunda Guerra Mundial, la instauración de un nuevo orden mundial: la Guerra Fría. 


Garry Winoward nació en el Bronx, pero se trasladó al corazón de Nueva York, a Manhattan, escenario principal de sus famosas fotografías en los sesenta. Retrató, incansable, su vida urbana. Tanto por el contenido como por su estilo de sus fotografías, se convierte en una de las grandes voces de los 60 y 70. John Szarkowski, conservador del Museum of Modern Art, se refirió a él como "el fotógrafo central de su generación".

Winogrand derrocha energía y un entusiasmo en su trabajo, básicamente mira y dispara con una técnica que domina al vuelo pero que no le obsesiona. Esa manera de hacer fotografía dio lugar a imágenes impactantes, conmovedoras y muy descriptivas del siglo XX. Para Winogrand era mucho más interesante el acto de tomar fotografías que revelarlas, o exponerlas. 

Garry Winogrand fue un street photographer obsesivo. Sus fotos de uespacio y tiempo concreto, trascienden desde un escenario urbano que destila cierta artificialidad. Winogrand estaba convencido de que una fotografía no solo era incapaz de cambiar el mundo, sino incluso de explicarlo. La vida era un espectáculo que empezaba cuando el miraba.

Trabajó como fotográfo publicando en diversas revistas ilustradas de difusión general como Life, Look, Sports Ilustrated, Collier's y Pageant, pero abandonó el fotoperiodismo volcándose en una la nueva cultura fotográfica vinculada al mundo del arte. Con sus contemporáneos Diane Arbuus y Lee Friedlander compartió la exposición New Documents (1967) en el MoMA de Nueva York que supuso, de hecho,una redefinición de la fotografía documental.

Cerca del final de su vida, tenía el propósito de revisar y reeditar todas sus fotografías, pero no tuvo la oportunidad de dar forma a su legado. Dejó 6.500 carretes sin revelar (más de 250.000 fotografías), que él mismo nunca llego a ver, además de hojas de contactos de sus primeros años que marcó y nunca positivó. 

Esta es la exposición retrospectiva sobre Garry Winoward más amplia de los últimos 25 años, más de 200 fotos que permite realizar una rigurosa revisión del fotográfo, y puede verse en la sala Barbara de Braganza de la Fundación Mapfre en Madrid.

La muestra tiene tres secciones: la primera "Bajando desde el Bronx", recoge las fotografías tomadas por el artista en Nueva York desde 1950 hasta 1971; y es la más vital, la segunda sección, "Un estudiante en Norteaérica", presenta fotografías del mismo periodo pero de fuera de Nueva York. La muestra se cierra con "Auge y crisis", que cubre la producción tardía del artista, en gran parte asociada a Texas y Los Ángeles, desde 1971 hasta su muerte, se nota al final de su vida y obra que se sigue moviendo por impulso y aunque ha perdido cierta ilusión, hay aquí alguna de las fotos más geniales de la muestra.

Aproximadamente la mitad de las fotografías que se presentan en esta muestra nunca habían sido publicadas ni expuestas, y más de 80 fuero impresas específicamente para esta exposición a partir de negativos dejados por Winogrand.

“No hay nada tan misterioso como un hecho claramente descrito”, afirmaría Winogrand.

Garry Winogrand con imágenes complejas reproducen la vida como es, sin juicios morales, a veces dura e incluso cruel y otras irónica o simplemente maravillosa. Y lo hace con una fotografía natural, directa, sin manipulaciones. 

Refrescante y recomendable al 100%.


















martes, 2 de julio de 2013

Dalí o el enigma sin fin

Enigma sin fin (1938) , Salvador Dalí  (Figueras, Girona, 1904-1989)
Óleo sobre lienzo. 114,5 x 146,5 cm
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

Hace algunos años, me encontraba en Venecia acompañado por un grupo de alumnos. Casualidades de la vida, me encontré con una grata sorpresa. En uno de sus palacios, acaso el de Goldoni, se exhibía una magnífica muestra de los retratos en la historia del arte. La exposición era sorprendente, extraordinaria, para recordar durante muchos años.

Ya a la entrada, como aperitivo, se exhibía el famoso autorretrato de el Parmigianino. El jovencísimo Francesco Mazzola se exhibe ante un espejo cóncavo. El espectador se encuentra con una mano inmensa en primer plano y en un segundo la cara del autorretratado con aires de genio precoz. La pintura era toda una declaración de principios. El manierismo más atrevido jugaba con el experimento. Era el comienzo de un viaje acaso sin retorno en la historia del retrato.

Después los sobresaltos se sucederían de sala en sala. Conocidos y hermosos rostros manieristas. Gran exhibición de obras de Arcimboldo, siempre enigmáticas. Muestras bellísimas del barroco y el neoclacisismo. Complejas composiciones picassianas con retratos de conocidos personajes en el más puro cubismo analítico y casi cerrando el repertorio la extraña pintura de Holbein, el Joven: "Los embajadores". De una vez por todas pude entender el significado de esa especie de hueso sepia depositado en el suelo. Un espejo oblicuo al lienzo dejaba claro que aquel supuesto hueso de sepia era una calavera. La muestra de una "vanitas". Un recordatorio de la brevedad de la vida.

Y allí, en aquella suculenta muestra de arte estaba Salvador Dalí, muy bien representado con su obra "El enigma sin fin".

Como por un conjuro artilugio uno entraba en una pintura de largo recorrido. Imágenes insinuantes, preguntas continuas, acumulación de acertijos. Pero ¿qué conexión podían tener la mujer de espaldas, el pensador, el perro galgo, el rostro humano, acaso  el retrato de García Lorca, la barca varada o el bodegón con frutas? Todo aderezado con playa, mar y montaña...

Consciente, Dalí extrae del subconsciente las más sutiles ocurrencias, y dejándose llevar de los automatismos, las va depositando sobre la tela. Todo ello puede resultar muy ocurrente pero sin duda, contemplando una y otra vez tantas formas bien articuladas en tonos azulados, verdosos y ocres, pienso que el título era acertado "un enigma sin fin".

Apostados detrás de su hermana Anna miramos por la ventana abierta. Todo es Dalí, complicado, oscuro, morboso, cada una de sus pinturas es un enigma ¿Qué piensa sobre España cuando pinta la Premonición de la Guerra Civil? ¿Qué le sugiere la tentación cuando un San Antonio esperpéntico, enarbolando un Cristo, rechaza inaccesibles mujeres que cabalgan sobre cuadrúpedos imposibles? ¿Qué es de su vida sexual? ¿Por qué detiene el tiempo, en relojes de plastilina? Estas preguntas y  muchas más te las vas haciendo porque Dalí es todo un enigma sin fin.

Las largas colas que cada día esperan pacientes su turno para ver la obra de Dalí, es seguro que buscan zambullirse en el complejo mundo daliniano. Se sienten seducidos, por el eterno embrujo del pintor ampurdanés, por su permenente invitación a seguir adivinando enigmas.




lunes, 3 de junio de 2013

Dalí. Todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas


Se me hace imposible acercarme a esta muestra sobre Dalí sin hacerme un croquis previamente. Dalí  "el omnívoro", dice de él el folleto explicativo de la muestra, me gusta ese calificativo, frente al tan manido "ecléptico", que le queda corto a Dalí. 

Es un personaje que me resulta antipático, es algo estomacal que no puedo evitar. Pido disculpas, soy consciente que es uno de los genios más genios del arte en el S.XX. Y sin embargo, me engancho a casi todos sus universos creados, algunas veces desde el rechazo y el prejuicio, otras desde la admiración y la entrega: es enorme su capacidad creativa y tiene el trazo del genio, sin paliativos. Un caos es Dalí para mí, espectadora omnívora tirando a ecléptica, por lo de no tener estómago en ocasiones, ya saben, lo guardo todo para Dalí. 

Me preparo bien antes de ir a la muestra que puede verse en el Museo Reina Sofía de Madrid hasta el dos de septiembre. La exposición me lo pone fácil, es cronológica. De hecho, existe un orden estricto y unos límites que va superando en cada momento. 

Un arte perturbador, genial en la forma, soberbio -en el mal sentido- en el contenido. Elementos obsesivos, metáforas de nuestro subconsciente -será el suyo, piensa mi prejuicio-; teatrero creador de un mito, su propio mito. No sé en que Dalí centrar mi atención, en el padre del surrealismo o en el que lo supera, en el crítico social o en el observador que sabe integrar y fascinarse con la ciencia. En el personaje mediático que me aburría en la tele de los 80', y que no consigo disociar en esencia de aquella Lola Flores de aquellos años en el mismo televisor "Ay cuando yo me muera, ay, ay, que será de España sin mí" o en el Dalí que llega del pueblo a la Residencia de Estudiantes, que me fascina como el resto del grupo, y al que imagino a lo Sheldon Cooper de The BIg Bang Theory. 

Me repele, pero le adoro cuando veo hasta donde fue capaz de llegar en la creación. Su obra es casi la única que puede tener puntos álgidos sin sufrir altibajos. Si hubiera tenido una vida infinita, el tío, seguiría innovando y intentando provocar ese amor / odio turbio, ese descoloque que desde luego conmigo, presa fácil, consigue al 100%.

Iré a verla con tiempo, hablaremos de la muestra más objetivamente. Ahora que puedo entrar tras esta extraña carta de amor que he acabado lanzando al artista.

La tentación de San Antonio, 1946. Óleo sobre lienzo. 89,5 x 119,5 cm. Musées royaux des Beaux-Arts de Belgique.


jueves, 30 de mayo de 2013

Las torres de la Sagrada Familia

Sagrada Família. Fachada de la Pasión.

Cabizbajo, dando vueltas y más vueltas a los problemas, que cada día venden los periódicos, paseaba esta mañana por los alrededores del templo expiatorio de la Sagrada Familia

Hoy como ayer, seguramente como mañana, un variopinto gentío se ordenaba en varias filas esperando su turno. Hoy, como todos los días desde hace casi 100 años, grúas y obreros se esforzaban en avanzar la obra unos centímetros.

Esta mañana, como todas las mañanas, una inmensa movida de jubilados, adolescentes, papás y niños de todos los colores, describían movimientos circulares hacía las puertas de entrada en todas las direcciones. Pero casi no les he prestado atención, necesitaba levantar la vista y evadirme de tanta noticia vacía; y ahí estaban las torres, de entre 98 y 112 metros...¡y dicen que son las más pequeñas!...pugnando en armoniosos equilibrios por alcanzar los cielos. Emergían como guardianes gigantes de las entradas: el nacimiento y la pasión, que son grandiosos retablos a la consideración de todo el mundo. Helicoidales, paraboloides, hiperboloides, catenarias, que más da el adjetivo. Ellas ascienden y mientras cantan al unísono santus, santus.

Por un momento, me he sentido tan ensimismado que no hubiera podido explicar si lo que veía era arte transformado en oración o que la misma mística se había dejado moldear para crear un arte sensible, porque lo que tenía ante mis ojos era realmente magnífico. Un objeto de arte. Un espacio sagrado. Un cosmos plural pero ordenado con constelaciones de santos y continuas faculatorias que aíslan de una ciudad que se mueve en un frenesí de coches, semáforos, ruidos, gritos, prisas, desorden y caos. 

En la paz de la contemplación, en ese intento de escapar trepando por las torres más altas, me ha parecido escuchar la voz grave de su arquitecto Antoni Gaudí: "Aquí en la tierra no tienen soluciones los problemas, mirad al cielo"

sábado, 18 de mayo de 2013

Día Internacional de los Museos 2013



Museos (memoria + creatividad) = progreso social, ese es el lema con el que este 18 de mayo de 2013 se celebra el Día Internacional de los Museos. 
Está muy extendido, aquell que diu que el saber no ocupa lugar. Voy a polemizar un poco con eso, sé que se refiere a la memoria o al saber colectivo, sin embargo si es necesario preservarlo. El arte, la creatividad, la memoria y la historia se dan la mano en su necesidad de protección ante una pérdida, que curiosamente, sin ocupar lugar si requiere de lugares dónde ya no ser preservados si no además mostrados. No existe sociedad sin cultura, y la antigüedad de dibujos y textos nos demuestran que un buen poema nunca ha sido una cosa menor.
En los museos no necesariamente aprendemos, yo he visitado muchos sin sacar nada en claro, en otros he aprendido, he recordado lo he olvidado o he vaciado mi mente, porque   en ocasiones el arte sólo tiene como pretensión evadir. Hay de todo, vamos, desde científicos, a colecciones enteras de vestidos de Barbie. Todos validos.

En 1977, el Consejo Internacional de Museos (ICOM) creó el Día Internacional de los Museos para sensibilizar al público sobre el papel de los museos en el desarrollo de la sociedad.  
Además el ICOM se ha asoció con el Programa Memoria del Mundo de la UNESCO, dedicado al patrimonio documental mundial, ambos tienen como objetivo común la preservación del patrimonio en beneficio de la sociedad; en esa unión se pretende trabajar sobre las posibilidades que ofrece la digitalización para llevar a cabo su misión. Un paso más.

En todo caso, hoy los museos son gratis y abren más tiempo. Aquí el listado de museos estatales de libre acceso hoy.

¿Cual es tu favorito? ¿A cual no volverías en la vida?